Sarcomas de partes blandas

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SARCOMA DE PARTES BLANDAS: MEJOR ESPERANZA DE VIDA


Hasta hace relativamente poco tiempo, tener un sarcoma de partes blandas en un miembro era sinónimo de amputación y una alta probabilidad de morir por diseminación de la enfermedad.

En las últimas décadas, los avances en los tratamientos con quimioterapia y radioterapia, y, sobre todo, el manejo de estos tumores por parte de equipos multidisciplinares en hospitales de referencia, han supuesto una mejora sustancial tanto en la esperanza de vida, como en la disminución del ratio de amputaciones que eran practicadas antaño.

Enneking y colaboradores vinieron a demostrar en la década de los 80 que una “limb sparing surgery” o cirugía de salvamento de la extremidad era posible cuando esta era practicada por un cirujano con suficiente experiencia en el manejo quirúrgico de los sarcomas, siguiendo unos principios básicos que se describen en este apartado.
 

Comportamiento biológico de los sarcomas de partes blandas

El origen mesodérmico embrionario de estos tumores hace que sean clasificados en virtud del tejido maduro al cual recuerdan. Este origen asimismo, determina un comportamiento biológico distinto al de los carcinomas. Efectivamente, los sarcomas tienden a crecer de manera centrífuga a mayor o menor velocidad en función de factores no bien conocidos dependientes del huésped y de otros factores intrínsecos del  tumor como el grado histológico y su localización anatómica. Un sarcoma de alto grado localizado en el muslo puede doblar o triplicar su tamaño en pocas semanas.

Los sarcomas son masas sólidas, si bien pueden contener áreas de necrosis en su interior (sobre todo aquellos de rápido crecimiento). Típicamente, la región periférica es la más inmadura y  no está rodeada por una auténtica cápsula como en los tumores benignos, sino por una zona reactiva compuesta por una capa fina de tejido fibroso maduro y una capa de espesor variable formada por la reacción local del tumor. Dado que esta zona reactiva contiene células tumorales, es  también llamada “pseudocápsula”. Si el cirujano no conoce este particular comportamiento al que nos referimos e intenta una exéresis pensando que el tumor está contenido dentro de una cápsula, dejará en el lecho quirúrgico parte de la zona reactiva que contiene células neoplásicas y la recidiva local estará garantizada. Además, el sangrado intraoperatorio, en caso de violar la integridad del tumor, indefectiblemente se encuentra contaminado por células tumorales, por lo que la dispersión del hematoma por los tejidos circundantes y a veces a más distancia podría tener consecuencias catastróficas que hagan imposible la conservación de la extremidad.

A diferencia de los carcinomas, que crecen invadiendo cualquier tejido que se encuentra a su alrededor, los sarcomas de partes blandas respetan las llamadas barreras anatómicas. Crecen progresivamente y se detienen durante un tiempo variable al llegar a dichas “barreras anatómicas”, como pueden ser el periostio, la fascia o el epineuro de un nervio. Continúan su crecimiento expandiéndose por el compartimento en el que se alojan, buscando la zona de menor resistencia. Solo en fases más tardías infiltran y rompen dichas barreras invadiendo el compartimento vecino, penetrando en el hueso, etc. Esto es de vital importancia y tiene su consideración quirúrgica, al poder usarlo el cirujano para marcar un límite de resección o para salvar una estructura vascular o nerviosa si estas no se encuentran completamente englobadas por la masa tumoral.

En raras ocasiones, el sarcoma puede “saltar” el área definida por la pseudocápsula y producir lesiones satélites o “skip metástasis” que típicamente se localizan en dirección apical o distal siguiendo el eje longitudinal del miembro.

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